La autora se muestra convencida de que una forma de contribuir a la mejora educativa es estrechar la distancia entre nuestras utopías y nuestras experiencias individuales y colectivas, construyendo estas últimas de forma que nos permitan seguir comprometidos con el conocimiento, la belleza y la bondad, fundamentos esenciales de la justicia, la cohesión y el progreso sociales.
Invitar a la lectura de este trabajo es invitar a compartir inquietudes e interrogantes sobre uno de los mayores retos de nuestro siglo, el de la innovación. Es también una oportunidad para comprometernos individual y colectivamente con la riqueza y la complejidad que este reto entraña.
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